En 1830 fue condenado a pena de muerte Benito Soto. Quien otrora fuese el último pirata del atlántico y de una fama muy distante a la de Francis Drake, murió colgado en una plaza pública.
Llama la atención que él nunca atentó contra la corona Española de Fernando VII quién mandó a ejecutarlo, si no que, abordaba naves de otras banderas.
Su nave, la Burla negra, generalmente visitaba las costas que en su lugar han estado siempre...
Claro, si hay algo que no se mueve, ni envejece, es el mar...
Pareciera ser tan bravo, pero siempre está en calma... Ahí vivió el capitán Benito Soto, sin presentir el desastre a encontrarse en tierra.
Muchas veces me parece que en vez ir al cielo, podemos ir al mar, y quién sabe, encontrarnos con el viejo y su corsario, que con desprecio apodaban la Burla negra...
Que alguien me pruebe que no llegaremos todos a encontrarnos en el mar, inmersos.
Dentro de una nave que nos dé una paz profunda... Como nuestras almas.
Aunque pensándolo bien, la Burla negra viajó por todo el mundo.. Tal vez nunca conoceré al viejo capitán.
