Si las soluciones de las diferencias sociales, crisis económicas, fallas en el sistema de salud, de educación etc. Se redujeran tan sólo a un problema de "gestión" como intenta explicarlo el gobierno. Si con buenos gestores bastara para acabar con todo esto y más que, día a día "aprieta la cabeza" -como canta Scwenke & Nilo- tendríamos, probablemente un país sin pobreza, sin injusticia y lleno de hombres sonriendo en las mañanas de metro camino a sus trabajos.
Pero no es así. Los problemas que existen hoy en Chile y su sociedad, son el efecto de un una falla en el sistema, sistema que arroja un error, al cual con indiferencia deseamos omitir. Pero tan simple no es.
Mientras se hace vista gorda entre especuladores, economistas, estadistas y analistas, hay miles de chilenos cuyo día a día es más sacrificio y menos recompensa de la que cualquier humano desearía.
Si deseamos pensar positivo y decir que Chile "está bien", simular la misma prosperidad dentro y fuera del país, con actos tan injustificados como el ingreso a la OCDE, no obtendremos nunca la solución real para esos miles y miles de tristes viajeros cada mañana. Lo digo porque, mientras el sueldo mínimo es de $172.000, (dinero que aún es insuficiente para vivir dignamente) los estadistas miden la pobreza con un umbral limitado en los $60.000. Esto manipula la información y nos hace vivir en lo que hoy es Chile. Una sociedad de apariencias.
No somos ejemplo de democracia, ni de resguardo de garantías constitucionales, no somos líderes en educación ni menos en igualdad. Y desde ese éxito nacional que intentamos reflejar hemos olvidado lo importante que es resolver los problemas estructurales de nuestra nación que, han mantenido a las clases sociales más pobres sumidas en un malestar enorme, con índices de pobreza extrema similares a los del Congo, pero maquillados en la bonanza chilena.
No es sólo que Chile ha tenido una mala gestión, no es sólo culpa de las personas que han estado actuando y liderando las lindes políticas en Chile desde la concertación y actual gobierno. El problema no son los "malos gestores". El problema es el sistema, es estructural, y requiere de una fuerza movilizada para su modificación, ya que fue impuesto autoritariamente, sin consenso nacional y hoy está destruyendo a familias y a jóvenes que poca esperanza tienen de un buen futuro.
Yo no me ocultaré tras una careta de riqueza, felicidad, auge y bienestar. Chile sufre hoy muchas carencias, y la manera de cambiarlo es conformando amplias mayorías. Esto bajo el alero de la tolerancia, de la unidad y de la colaboración que nos permita levantar lo que todos queremos alzar... A Chile.
Olvidarse de que la brecha económica es cada vez más amplia, y de que los pobres dependen cada vez más del Estado porque no tienen sus propias herramientas, ya que el sistema se las roba, es ignorar que necesitamos un cambio enorme. Seguramente el cambio más profundo que podríamos hacer desde la transición a la democracia.
Darle a los ricos toda la libertad, y nada más que libertad, para hacer y deshacer a su antojo, es lo que sume las riquezas, los esfuerzos e incluso a las personas en los intereses de privados, que están tan alejados del interés nacional, como nuestro país de ser un poco más igualitario.
Respecto a la lógica de abusos del más grande al más pequeño. Mi madre de pequeño me dijo que eso no era bueno, y hoy sigo creyéndolo. ¡Pero con más fuerza y con más ánimo que nunca, porque hoy deseo construir un nuevo país!
Porque debemos saber que cuando regalamos las riquezas naturales para la libre explotación extranjera, cuando oprimimos a los pueblos cuyas raíces nos antecedieron, cuando despreciamos a los que viven en una relación de pareja distinta a la heterosexual, y dejamos en un segundo plano la pésima educación que tienen las clases sociales más bajas, estamos siendo el abusador que respaldado por la mayoría somete a las minorías a estigmas, humillaciones y esclavizaciones que destrozan a nuestra sociedad.
Nuestro país hoy no es uno, tenemos muchas diferencias que no sólo nos separan, también nos ponen en contradicción unos con otros.
Ahora es cuando para las grandes transformaciones y depende de nuestro compromiso.
La indiferencia y las falsas apariencias acaban con los movimientos, y depende de todos hacer de éste, un país más justo.