Tanta dulzura concentrada en una misma joven: fresca, alba, virginal; se mezclaba con cuanta amargura se puede encontrar en un hombre sumido en el dolor. La inocencia y la experiencia se mezclaban con destreza para crear el sabor perfecto. El sudor de sus cuerpos desnudos y unidos hacía de ellos el mejor café.
La prudencia da dicha al corazón. Recogijo al alma.
Hace 7 años
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